Escuchar de los betuneros es algo muy típico en nuestro territorio Ecuatoriano, hoy te contaremos un poco de su historia y algo breve de la evolución de los mismos.
Una pequeña plataforma de estructura metálica con una silla algo desgastada, para que los clientes que llegaban a lustrarse el calzado estén cómodos y protegidos del sol, pero la tolda que cubría la estructura y además hacia publicidad a un conocido diario del país estaba en mal estado parece que los lustra botas o comúnmente llamados betuneros también son parte de la regeneración de la urbe porteña.
Los más refinados y antiguos barrios de la ciudad con un peculiar y desafinado grito “se limpian zapatos”.
La paga por cada lustrada de zapatos era de 4 o 5 reales, y seguía recordando cuando lanzo otra cantidad de 1 sucre hasta que llego al tan ansiado dólar donde según su relato cuenta que está entre los 0.25 o 0.50 ctvs. El betunero lustra botas un legendario trabajo que no pasara desapercibido jamás y que será recordado por ser un buen oyente, un buen guía o una persona en quien confiamos nuestra charla matinal o nuestro culminar de día, el siempre estará atento a escucharnos sin conocernos y todo esto mientras realiza su trabajo… el betunero de antaño o el betunero de hoy solo nos deja un rastro de aquellas personas que quieren salir adelante con trabajo, sacrificio y pundonor.
Una vez que el cliente se acomoda, el pequeño cajón se abre para sacar los materiales necesarios. Unas manos manchadas de betún se apuran en limpiar, cepillar, entintar y abrillantar mientras el oficinista se entretiene con las noticias de Diario La Hora. El proceso demora cinco minutos y unos zapatos brillantes se marchan por la calle.
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